Trilce, la escribana con letras de juglar
Inauguro mi sección de Personas Relevantes, hablando de una de las mejores escritoras que conozco, que realmente conozco. Se llama Rosa Aliaga, aunque ése es su nombre ficticio, el que le pusieron al nacer. En realidad ella se llama Trilce, como su blog, y vive en un lugar al que no ha puesto nombre porque no quiere que nadie la encuentre, porque allí ella es exageradamente feliz.

Os podría contar mil cosas de su vida de escritora. Podría leeros su currículum, deciros que ha ganado ya más de 25 premios literarios a nivel nacional -el último esta misma semana-, contaros que da clases de escritura, explicaros que su teléfono siempre suena pidiendo publicar sus cuentos burlesques, colaboraciones, correcciones, una crítica… Podría contaros eso y más, pero el problema es que a lo mejor ella lee esto y si ve que al describirla soy tan pragmático, corro el riesgo de que me tire su pluma a la cara. La de acero… La pluma… No la cara.
Así que os voy a contar otra cosa. Os voy a contar cómo veo yo a Trilce. Siempre me la imagino en otro tiempo pasado, porque éste de hoy le viene pequeño. Y me imagino que su vida y su ansia de escribir, le han llevado a ser escribana, pero no escribana real, eso es demasiado ornamentado, ella es escribana numeraria, de las que trabajan en el pueblo. Eso le ayuda a vivir aunque ella no es feliz. Porque ella no está hecha para escribir lo que otros dicen, ni nació para copiar lo que le dictan. Eso es para otra gente. Más de una vez ha tenido que salir corriendo perseguida por las fuerzas vivas del pueblo por escribir un contrato entre partes usando coplas de pie quebrado. Así es ella.
Pero a ella le da igual. No ha nacido para eso. Lo que ella quiere es saltar con los dos pies cualquier norma, quiere escribir sobre sentimientos, sobre lo que pasa delante de la vida y a otros se nos escapa, sobre esas cosas a las que nadie sabe prestar atención y que no existirían si ella no les diera vida en un papel. Por eso, cuando llega al pueblo el juglar y llena la plaza con sus historias, ella le mira desde un escalón del soportal, con la tranquilidad silenciosa que le da saber que aunque los focos van a otro, el texto siempre es suyo. Y el juglar la mira y se lo agradece.
Eso es Trilce para mí. La conocí un día que estaba intentando escribir lo que le dictaba el corregidor. Se le rompió la pluma y yo le dejé una de mi ala. Entre animales, cuando no hay doblez, nos tenemos que ayudar.
Nunca pensé que después de tantos años de charlas y escuchas me ibas a sorprender tanto caballero. Enhorabuena a esa reinvención, sin duda de calidad.
Un auténtico placer leerte, que espero continues ofreciendo.
Bss
Chomona… cuánto honor tenerte por aquí. Precisamente tantas charlas y escuchas te harán sorprenderte poco. Tú ya me conoces muy bien… Lo que pasa es que sorprender es fácil cuando llevamos tanto sin hablarnos y sin escucharnos.
Felicidades. Tanta generosidad con las plumas de las alas de uno no es habitual. Precioso. Refrescante. Sigue.
Besos
P
Gracias P.M. Me gusta que te guste! Hay gente que se merece cada pluma de mis alas.